martes, 16 de abril de 2013

ABUSO SEXUAL INFANTIL: RECONOCIENDO AL AGRESOR

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Aunque el abuso sexual de niños haya existido desde hace cientos de años, sólo durante los últimos treinta el Personal de Salud ha comenzado a reconocer el alcance de este problema, incluyendo sus características clínicas, los enfoques de solución y sus consecuencias para los niños y familias.


DEFINICIÓN


El abuso sexual se define como la participación de niños o adolescentes en actividades sexuales que no comprenden por completo, a las que no han otorgado su consentimiento y que violan los valores morales de la familia y/o de la sociedad.

Esto incluye actividades tales como toqueteos sexuales de los genitales del niño por parte de un adulto o adolescente, el acto sexual entre un adulto y un niño, exponer a los niños a la pornografía sea participando de ella o mediante la observación no consentida de escenas pornográficas, o la participación de un niño en la prostitución.

El abuso sexual debe distinguirse del juego o exploración sexual que llevan a cabo los niños en edad preescolar y escolar, o la actividad sexual entre adolescentes que la consienten en forma deliberada.

Los casos de maltrato físico y desatención ocurren en todas las clases sociales pero tienen una alta tasa de denuncias en los sectores de más bajos recursos que tienen una educación limitada.

De los casos de sospecha de abuso sexual denunciados a los servicios de protección, cerca de un 40% se consideraron fundamentados, lo que significa que dichos servicios hallaron suficiente evidencia para creer que se había producido abuso sexual. Este índice de fundamentación del abuso sexual es en cierta medida más elevado que el de otras formas de maltrato.

La imposibilidad de fundamentar el abuso no significa que este no se haya producido, sino que los servicios de protección social no cuentan con evidencia suficiente.

Los casos de abuso sexual se dan en familias de todas las clases sociales y antecedentes educativos.

Quienes perpetran el abuso sexual son en su mayoría varones, y entre el 20 al 25% de ellos son adolescenetes.

Aproximadamente un 75% de los niños evaluados por abuso sexual son del sexo femenino, el rango de edad oscila entre los 6 meses y los 18 años, con una edad media cercana a los 8 años.

La mayoría de los niños que han sufrido abuso sexual conocen al perpetrador, que puede ser el padre, padrastro, otro pariente varón, un amigo de la familia o un vecino de la comunidad.

Aunque los perpetradores del sexo femenino son muy poco frecuentes en la mayoría de los casos con evidencia clínica de abuso, estos índices pueden ser falsamente bajos debido al escaso reconocimiento por parte de la mujer de haber cometido abuso sexual.

Existe la creencia errónea que, por condicionantes anatómicas, la mujer no puede perpetrar abuso sexual, o si lo hace éste es más leve o producirá lesiones de menos entidad a nivel físico que aquél prepetrado por un varón.

No obstante, se ha podido observar a nivel clínico situaciones de abuso sexual donde participan mujeres, donde se involucra en la relación sexual el uso de elementos que facilitan la penetración y que producen lesiones genitales de consideración en niños o niñas pequeños, dependiendo esto de las preferencias de la agresora, como del grado de violencia con que se desarrolla la relación sexual.

Cabe señalar que no existe abuso exclusivamente cuando un acto sexual se concreta, sino que el abuso sexual debe considerarse como tal desde el momento en que un adulto comienza a tener actitudes o conductas de tipo sexual hacia un niño, independientemente de la edad y sexo de la víctima, del sexo del agresor, y de que esta actitud tenga o no como resultado la realización de un acto sexual con el niño.

No puede descartarse la participación de la mujer y su grado de complicidad, en el consentimiento de la relación sexual abusiva por parte de su pareja, pudiendo ocurrir o no en forma simultánea, violencia hacia la mujer si no consiente y calla esta situación de abuso.

En estos casos, existe muchas veces un entorno de abuso y maltrato, y las denuncias son a veces formuladas por personas cercanas al contexto de la familia por ej. vecinos o docentes que toman contacto con la situación. (Ver: "Indicadores de malos tratos en los niños", en la etiqueta "Trabajo y maltrato infantil")

Aproximadamente un 15% de los niños no conocen al perpetrador, esto sucede cuando el niño es atacado y obligado en una violación.


CAUSAS

Aunque no se alcanza a comprender como un progenitor puede perder el control y maltratar físicamente a un niño, resulta mucho más difícil comprender cómo un adulto puede pasar del estrecho contacto corporal o incluso de tener sensaciones sensuales a abusar real y sexualmente de un niño.

Los dos requisitos previos para que se produzca el abuso sexual incluyen la excitación sexual ante los niños por parte del perpetrador y el deseo de actuar impulsado por esa excitación.

Varios estudios han intentado analizar la atracción sexual que sienten algunos adultos por los niños.

En USA, en un estudio realizado con estudiantes universitarios, el 21% de ellos reconoció sentir atracción sexual por los niños.

Algunos delincuentes pueden concentrar su atención en los niños de cierta edad o sexo; otros sólo pueden sentirse excitados por niños en ciertas circunstancias.

Los factores que influyen en el deseo del transgresor de poner en práctica sus sentimientos de excitación hacias los niños incluyen:

Falta de conciencia sobre tales comportamientos

Falta de empatía con el niño

Creer que tales comportamientos son aceptables y no causan daño al niño

Escaso control de los impulsos

Uso simultáneo de drogas o de alcohol, lo cual puede reducir más la capacidad de control sobre las emociones

Historia del perpetrador (abusado durante la infancia)

Circunstancias que facilitan un mayor contacto del perpetrador con con el niño
(por ej. hospitalización de su madre durante un período prolongado, viaje de los padres sin el niño, etc.)

Situación de vulnerabilidad del menor (por ej. retraso mental o patología psiquiátrica)

Los niños sometidos a abusos sexuales a menudo son elegidos porque parecen particularmente vulnerables o necesitados de protección.

Inicialmente, estos niños pueden llegar a disfrutar la compañía del agresor, que puede estar haciéndoles regalos, brindándoles atención o prodigándoles abrazos.

Estos comportamientos pueden evolucionar hasta convertirse en secretos especiales, y finalmente pasar de comportamientos no sexuales hasta actividades de tipo sexual que culminan en el acto sexual como tal.

Este proceso se ha calificado como "síndrome de acomodación al abuso sexual del niño" que describe cinco etapas que se suceden en el abuso sexual
del menor:


1- secretismo

2- indefensión

3- atrapamiento y acomodación

4- revelaciones retrasadas y no convincentes

5- retracción posterior por parte del niño luego de abuso revelado


Próximo post:

Abuso sexual: ¿Qué nos dirán los niños?