martes, 16 de abril de 2013

ABUSO SEXUAL INFANTIL: ¿QUÉ NOS DIRÁN LOS NIÑOS?

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EL ESCENARIO

Tanto como con otras formas de violencia, el abuso sexual de los niños puede ocurrir en la intimidad del hogar o en un escenario donde sólo se encuentran el abusador y su víctima, y por ello rara vez es presenciado por otra persona a excepción de situaciones que, por su extremo grado de violencia involucren a más agresores, pero se trata igualmente de un acto privado en cuanto al escenario.

Desde luego las representaciones que a veces vemos en el cine no siempre ilustran claramente  las locaciones que algunos transgresores utilizan para la consumación de un acto sexual.

Los lugares que los agresores pueden llegar a considerar válidos para perpetrar abuso suelen ser variados.

Muchas veces el lugar en sí no hace a la cuestión, la cuestión pasa a ser que el lugar favorezca las condiciones de vulnerabilidad del niño, que son las que brindan la seguridad al agresor de que no va a poder ser interrumpido ni descubierto en sus intenciones, una vez que decide pasar con ese niño a actividades de tipo sexual.

Como se dijo en la entrada anterior,  para que se dé abuso debemos asumir que el transgresor experimenta excitación con los niños. Y los niños no siempre suelen verse en la sombra.  

http://corresaltaycuidate.blogspot.com/2012/04/abuso-sexual-en-ninos-reconociendo-al.html

Incluso algunos agresores sólo experimentan excitación con niños en ciertas circunstancias.  

Entonces, las imágenes que solemos tener en mente, producto de la cinematografía o a veces las que vemos en las noticias, no siempre se corresponden con lo real.

Y prácticamente cualquier lugar que le brinde seguridad al agresor, y que cree ciertas condiciones de intimidad con el niño, pueden convertirse en lugares propicios para que se lleve a cabo el abuso, favoreciendo que se den esas circunstancias que provocan la excitación del agresor. 

En una vivienda, los lugares que posibilitan una cercanía física clara con el niño, o aquéllos donde el niño puede exponer sus genitales, pueden llegar a ser los lugares elegidos.

Sentarse al sofá con el niño brinda proximidad, igualmente que hacerlo en el borde de su cama, y son lugares donde habitualmente para el niño transcurren diálogos con los adultos, oportunos para que un agresor comience su intento de ganar la confianza del niño. 

En esos sitios puede comenzar un agresor que el niño conoce, a establecer un juego de miradas, roces y caricias no sexuales hasta que consigue un grado mayor de participación del niño, pasando luego a la consumación o no del abuso sexual, en el mismo lugar o en otro entorno elegido.

Acompañar al niño al sanitario puede también ser la oportunidad para el agresor de visualizar los genitales del niño, llegando a la excitación.

El momento de los juegos en el piso de su habitación o del salón también pueden crear la situación para que el adulto tome un contacto físico con el niño, propiciando juegos sensuales o sexuales.


MANIFESTACIONES CLÍNICAS


El niño que ha sufrido abuso sexual puede haber sido sometido a otras formas de maltrato, incluyendo los maltratos físicos o la desatención, y ciertamente ha sufrido maltrato emocional.

La preocupación acerca de la posibilidad de abuso hacia un niño se suele dar a consecuencia de manifestaciones específicas de ese niño, sobre experiencias incómodas, por ejemplo,  haber recibido tocamientos en sus genitales.

Alientan además a sospecha de abuso sexual la observación de comportamientos específicos del niño, por ejemplo, comportamientos sexualizados con sus hermanos, síntomas como encopresis y flujo o sangrado vaginal, o bien lesiones vaginales o anales detectadas en una exploración física.

Pero son las declaraciones claras, formuladas por un niño, o en muy pocas ocasiones la observación directa accidental del abuso sexual, los mejores indicadores de que ese abuso sexual se produjo.

Estas declaraciones son las que se suelen realizar a un progenitor o adulto de confianza, por ejemplo un maestro o profesor.

Sin embargo los niños pequeños pueden no poseer el vocabulario apropiado para lograr una descripción de lo que les ha ocurrido.

Pueden emplear las palabras que el perpetrador usó para lograr su participación, por ejemplo:

"¿Jugamos al juego de los besos y los abrazos?"

"¿Me besas como te enseñé?"

"Tienes que encontrar donde puse el dulce y comerlo"

También pueden utilizar palabras que describen su experiencia de lo que ocurrió o la sensación que percibieron, pero a veces son confusas para los adultos por ejemplo:

"El me metió un cuchillo donde hago pipí"

"Me pidió que besara un palo que tenía en él"

Los niños mayores pueden comenzar revelando lo que ocurrió de una manera defensiva por ejemplo:

"Mi tío besa demasiado fuerte"

Si el adulto reacciona con interés formulando preguntas exploratorias adecuadas se pueden obtener más detalles.

Los niños mayores pueden sentir vergüenza por lo ocurrido, sentirse en parte responsables, lo cual no es real, haber conseguido experimentar sensaciones placenteras, o estar preocupados y angustiados por las amenazas que el perpetrador les hizo por ejemplo:


"Si se lo dices a tu madre te golpearé"

"Si lo dices sabes que pensarán que eres un mentiroso"

"Si lo dices lo haré también con tu hermanita"

"Si lo dices mataré a tu madre"


Incluso luego de una revelación clara, puede ocurrir que el niño se retracte de su afirmación cuando percibe el trastorno que su declaración causa en la familia, cuando se da cuenta de ello.

Los niños mayores o los adolescentes pueden además percibir en forma más clara ciertas consecuencias, y llegar a sentirse responsables por la unión de la familia.

Allí es cuando puede ocurrir que se retracte, por ejemplo, al darse cuenta que si lo dice, su padre irá a la cárcel, su casa se pondrá en venta y supondrá entonces que todos van a estar enojados con él.

Si no lo dice, los abusos sexuales continuarán, pero al menos la familia se salvará.

Y algunos chicos, toman entonces la opción,consciente o inconsciente, de sacrificarse por su familia.


QUE HAGO SI LO SOSPECHO, COMO LOGRO QUE ME LO DIGA


Tanto los docentes en el aula como el personal de Salud durante una internación del niño por cualquier otra circunstancia, se encuentran en la primera línea de fuego.

Significa que nos encontramos en una oportunidad única para poder identificar tanto problemas relacionados al maltrato físico, verbal y emocional, como para que los niños lleguen a confiarnos que fueron abusados sexualmente.

Para poder valorar a un niño víctima de abuso sexual, en primer lugar debemos saber lo que buscamos, conocer de qué forma podemos preguntarle a un chiquito por este asunto, y prepararnos para poder identificar e interpretar su respuesta como un indicador de abuso sexual.

Otros aspectos hacen al manejo posterior de la información obtenida, ya que lo más indicado para el niño es la actuación interdisciplinaria, en los hechos estas situaciones por su grado de complejidad e implicaciones para el niño en el corto y largo plazo nunca las aborda una sola persona.

Además quienes participamos directamente de la atención quedamos también muy afectados por todo lo que la situación nos genera en el plano emocional.

Esto último a la vez nos puede dificultar llevar a cabo una atención eficiente, y no podremos ayudar finalmente al pequeño como realmente queremos hacerlo.

Pero un componente medular de nuestras acciones en estos casos lo constituye sin duda el hecho de favorecer un clima de contención donde el niño pueda lograr expresarse, lo cual depende en gran medida del grado de confianza que experimente con los adultos de ese entorno.

Quienes reciben ese secreto del niño deben conocer como manejar cuestiones tales como la angustia que va a aparecer, la ansiedad, el temor, la vergüenza, entre otros.

Cuando un niño dice basta y decide hablar es porque espera seguridad de parte de los adultos.

El basta de ese niño nos compromete e involucra como Cuerpo Docente o como Equipo de Salud.

Por eso, la respuesta de ese adulto a quien el niño le hace esta confesión, debe reflejar ese compromiso de ayuda y brindarle la seguridad que necesita.


LA ENTREVISTA CON EL NIÑO



Nos centraremos en la forma de obtener la información para los docentes que sospechan o tienen indicios de que se produjo abuso sexual, y que por tratarse de niños más grandecitos, pueden entrevistarlos directamente.

Cuando el niño es lo suficientemente mayor para ser entrevistado en forma directa, se le debe preguntar lo que puede haber ocurrido.

Esta entrevista o serie de entrevistas se deben llevar a cabo a solas con el niño de ser posible.

El entrevistador debe sentirse cómodo y ser diestro para preguntar a niños de corta edad sobre la posibilidad de abuso sexual, formular preguntas simples, y estar especialmente atento a las respuestas no verbales del niño, además de las manifestaciones directas.

Se deben evitar las preguntas dirigidas como por ejemplo:

"¿Tocó tu pene?"

"¿Tocó tu pipí?"

Son preferibles preguntas no dirigidas, por ejemplo:

"¿Puedes decirme qué pasó?"

"¿Dónde te tocó?"

Con frecuencia los niños son reticentes a hablar por una serie de razones, entre ellas el miedo y la vergüenza, en estos casos pueden resultas útiles las preguntas con respuestas opcionales forzadas, por ejemplo:

"¿Fue tu madre, tu padre o tu vecino quien te hizo esto?"

"¿Y su pene o pipí era verde, rosa o blanco?"

Para ayudar a los niños pequeños se pueden emplear dibujos anatómicos o muñecos anatómicamente correctos.

Aunque en su momento se generó una gran controversia respecto de la naturaleza sexuada de los muñecos, y de si los niños son inducidos a hablar de sexo sólo por presentarles un muñeco sexuado, conduciendo esto a falsos resultados.

No obstante, se comprobó que muy pocos niños que no habían sido sometidos a abuso sexual, tuvieron una respuesta sexual con los muñecos, de modo que la posibilidad de obtener datos falsos acerca de abuso es limitada.

Pero en virtud de esta controversia, muchos entrevistadores prefieren usarlos para ayudar al niño a identificar las partes del cuerpo, sólo después que haya indicado verbalmente que se produjo abuso sexual.

 Así, los muñecos permiten esclarecer algunas palabras empleadas por el niño cuando estas referencias anatómicas están confusas para el entrevistador y facilitan al niño describir con detalles lo que ocurrió.

Puede que algunos niños mayores con dificultades para verbalizar los actos de abuso sexual consigan hacer dibujos de lo que les ocurrió.

Como vemos, la tarea de obtener la información que nos lleve a confirmar que existió abuso puede ser intrincada así como la mente de quien lo comete.


Si un día un niño te elige para confesarte que fue abusado sexualmente, seguro que algo va a cambiar en tu vida, pero no olvides que el abuso cambiará la vida de ese niño para siempre.
Lic.Enf.Marianella Dimoff