viernes, 8 de julio de 2011

FACTORES DE RIESGO, FACTORES DE PROTECCIÓN, POLICONSUMO

Hablar de causas del consumo de drogas resulta cuando menos aventurado. A la diversidad de factores conocidos, se une el hecho de que ninguno de ellos parece ser requisito necesario ni suficiente para dar cuenta del inicio en el consumo.
En cada caso concreto se da una combinación original de factores que explica su experiencia particular.
Siendo la adolescencia la etapa de la vida, en la que es más frecuente el inicio del consumo hablaremos de las condiciones (factores de riesgo) que favorecen este proceso en dicha etapa:

Curiosidad por experimentar: una característica natural y deseable de la adolescencia, que es preciso, no obstante, educar, para que se convierta en una fuente de maduración y para impedir que se concentre en situaciones de riesgo.

Presión del grupo de iguales: tendencia a la homogeneidad dentro del grupo que, al igual que facilita la adopción de determinadas señas de identidad (forma de vestir, música, etc.), tiene un papel de primer orden en el inicio en el consumo de drogas.

Búsqueda de placer: el consumo de drogas ha estado siempre vinculado al deseo de desconectar de las exigencias más agobiantes de la realidad, en un intento de disfrutar al máximo del tiempo de ocio. Cuando durante la infancia y la adolescencia no se aprenden otras formas de diversión las drogas pueden ocupar un lugar importante.

Control familiar inconsistente: cuando las normas familiares son excesivamente rígidas, relajadas o variables, se hace difícil la interiorización por los niños y los adolescentes de unas pautas de comportamiento claras, por lo que su socialización fuera de la familia se vería afectada. No es el control lo que previene sino la adecuación, consistencia, coherencia y sentido de las reglas y acciones que lo encuadran.

Disponibilidad de drogas: si en el medio en que el adolescente vive su tiempo de ocio existe una presencia notable de drogas, el inicio en el consumo resulta favorecido.
No son, evidentemente, los únicos factores de riesgo, pero son algunos de los más relevantes, y, sobre todo, son factores sobre los que se puede actuar preventivamente.

¿EXISTEN TAMBIÉN FACTORES DE PROTECCIÓN?

Se han identificado un número amplio de factores que disminuyen la probabilidad de iniciarse en consumos de drogas. Algunos están relacionados con características del propio individuo, y de su medio familiar, social y cultural.
Otros, se vinculan a cambios culturales y legislativos de nuestra sociedad
(generalizar la prevención en la escuela, cumplir rigurosamente las leyes que
prohíben su venta a menores, etc.).
En relación a dichos factores, son conocidos enfoques exitosos y variadas propuestas que persiguen algunos de los objetivos siguientes en niños y adolescentes (cuanto antes mejor):

Canalizar positivamente la curiosidad del individuo, a fin de que mantenga la exploración y desafíos del entorno, y que al mismo tiempo, se desinterese por conductas y situaciones de riesgo.

Es lo que se pretende, por ejemplo, con las campañas informativas que, mediante diversos soportes (folletos, internet, etc.), buscan transmitir a los jóvenes una información adecuada sobre los riesgos asociados al consumo de drogas. Iniciativas orientadas a compensar con argumentos racionales el impulso de la curiosidad, favoreciendo una toma de decisiones más libre ante la previsible oferta de drogas de la que tarde o temprano serán objeto.


Promover la educación en valores y actitudes de aprecio, respeto y responsabilidad para con la salud propia y la de la comunidad.


Es el objeto, por ejemplo, de los diversos programas preventivos existentes en Uruguay en las escuelas: tratar de despertar en el alumnado la conciencia de que la salud no depende del azar, sino que está en gran medida condicionada por las decisiones que cada persona adopta.

Desarrollar habilidades sociales que les ayuden a comportarse con una razonable autonomía en la relación con los otros, a neutralizar positivamente las presiones por parte del grupo de amigos hacia el consumo de drogas y, en su caso, a cambiar el propio paisaje grupal.


De nuevo la escuela y la familia comparten múltiples iniciativas orientadas a entrenar a niños y adolescentes en esas pautas asertivas de relación que les ayuden a respetar a los demás y reclamar para si mismos igual consideración.
Promover una vivencia rica y diversa del tiempo libre, que ayude a encontrar satisfacciones que no comprometan su desarrollo, y a construir modos positivos de disfrutar el ocio, a partir de las posibilidades del territorio que habita.


Favorecer un ejercicio razonable de la autoridad parental (pues no es sólo del padre, sino de los padres) que permita a los niños y adolescentes interiorizar unas normas aceptables de convivencia, y tomar decisiones crecientemente responsables, aun cuando actúan movidos por la curiosidad y el placer.

Reducir la presencia de las drogas en los escenarios sociales por los que transitan.

A mayor facilidad de acceso a las drogas, mayor consumo, mayor abuso y mayores dificultades derivadas. De ahí la importancia de que las drogas no sean una realidad permanente en los territorios de niños y adolescentes. La reducción de la oferta no ha demostrado que pueda operar de manera eficaz de manera aislada. Esto significa que no se trata exclusivamente de disminuir la disponibilidad de drogas y permanecer tranquilos de que nada ocurrirá si no hay sustancias en el medio. Se trata de articular este control de la oferta de sustancias con las otras medidas de promoción de la calidad de vida y de un desarrollo de las personas apto para la vida autónoma en el encuentro con los demás. Se refiere a los demás factores antes mencionados, sobre los que es recomendable se estructure y organice la educación.

¿ES POSIBLE PREVENIR?

Es la adolescencia uno de los momentos claves en el momento en el que puede tener lugar el inicio en el consumo de drogas.
La adolescencia es un tiempo de descubrimientos, de exploración. Un tiempo en el que la infancia va quedando atrás y se abre un horizonte aparentemente ilimitado de posibilidades.

La mayor parte de los consumos de drogas iniciados durante esta etapa, no serán más que una experimentación pasajera, abandonada trás unos pocos episodios en que el adolescente, inevitablemente curioso, se pone a prueba. En otros casos, puede dar paso a consumos que se constituirían eventualmente en problemáticos.
Si se desea promover hábitos más saludables de vida, padres y madres, educadores y, en general todo adulto que pretenda ser confiable y creíble para los jóvenes, pueden o deberían plantearse estimular los factores de protección y reducir los factores de riesgo como el objetivo preventivo más racional y con probabilidades de éxito frente a cualquier joven. Es una tarea que deberá necesariamente alejarse del miedo negador o paralizante y de la inútil amenaza, para situarse en el plano de la comunicación eficaz (porque comunicaciones son todas).

Con relación con la vida familiar, una combinación equilibrada de amor y disciplina es mostrada por todas las investigaciones como el estilo educativo con capacidad preventiva. Niños y adolescentes, como cualquier persona a lo largo de su vida, necesitan saberse queridos, aunque su socialización positiva requiere también del establecimiento de límites. Los límites constituyen
un marco de referencia para ellos que les permitirá aprender a interiorizar los valores y las normas por las que se rige la vida social en la que poco a poco irán adentrándose.
Es en este clima de respeto y exigencia en el que la comunicación entre padres e hijos encontrará su propio tiempo y su
particular estilo. Una comunicación estable, en la que es importante hablar también de las drogas.
Una comunicación serena y reflexiva, que permita sortear malentendidos e interpretaciones exageradas de la realidad, eventos que instaurarían, quizás definitivamente, el fantasma de la desconfianza.

Como hemos visto, una conducta que permitiría eludir los riesgos asociados a las drogas sería la de no consumirlas. Sin embargo, una buena parte de los jóvenes, deciden experimentar con ellas y aún intentar mantener un patrón de uso estable. En tales casos las personas que decidieran consumirlas deberían tener en cuenta algunas situaciones y ciertas formas de consumo que pueden multiplicar los riesgos, complicando la vida del consumidor, la de su entorno o la de ambos.

Conocer el modo en que determinadas formas de consumo de drogas pueden impactar sobre nuestras vidas, e incluso sobre las vidas de las personas con las que convivimos, resulta especialmente relevante a la hora de adoptar un decisión ante el consumo.

RIESGOS 

Estos riesgos pueden estar relacionados con las drogas mismas y sus efectos, con cómo se las consumen y la situación en que se encuentra el consumidor, con sus características personales, y con las respuestas que el medio da al consumo.

DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LAS SUSTANCIAS

Mezclar drogas

Es frecuente que un consumidor habitual de drogas utilice más de una sustancia de abuso, aunque pueda señalar a una como la droga de elección. La pauta más habitual es el consumo combinado de diversas drogas.
A menudo, se trata de consumos combinados a lo largo de un mismo período. Así, por ejemplo, hay personas que beben cantidades excesivas de alcohol a la vez que, fuman un paquete de cigarrillos, y consumen cocaína, todo ello en un mismo periodo de tiempo.
Las combinaciones posibles son numerosas, tanto en cuanto a las sustancias consumidas, como en cuanto a la distribución en el tiempo, en los días de la semana (por ej.: alcohol de lunes a viernes y alcohol y cocaína los fines de semana).
Esto significa que el policonsumo puede ser simultáneo o secuencial, alternado irregularmente, etc.
El policonsumo, esto es, el consumo de múltiples drogas, aumenta el riesgo, provocando problemas de diversa naturaleza.
El abuso de alcohol, aún los fines de semana es, por ejemplo, una conducta clara de riesgo para la salud y la seguridad de las personas. Pero si quien practica esta conducta, combina el consumo de alcohol con otras drogas por ejemplo cocaína, los riesgos se multiplican de manera imprevisible. Por lo tanto, si se ha decidido consumir drogas, legales o ilegales, debe evitarse la mezcla.
Se entiende por mezcla, no sólo el consumo simultáneo y en un mismo acto, sino también sucesivo, o sea una y después otra como ocurre frecuentemente con el alcohol y la cocaína.


Consumir drogas mientras se toman fármacos indicados por médicos


Otro tanto cabe decir de la combinación de drogas y ciertos medicamentos. En efecto, el riesgo asociado al consumo de drogas puede verse incrementado de forma imprevisible si lo hacemos al mismo tiempo que el consumo de fármacos (aunque hayan sido prescriptos por el médico). El modo en que las diversas sustancias interactúan en nuestro organismo escapa a nuestro control, y puede provocar reacciones especialmente negativas.

DESDE EL PUNTO DE VISTA DEL CONTEXTO EN EL QUE SE CONSUMEN

Consumir drogas en situaciones que requieren lucidez

Cuando el consumo de drogas tiene lugar mientras se ejecutan otras conductas que requieren precisión, lucidez, claridad mental, coordinación psicomotriz, los riesgos obviamente se multiplican. Es el caso, por ejemplo, del manejo de autos u otros vehículos, o maquinaria. También es el caso de estar bajo efectos de drogas en situaciones de aprendizaje y memorización, pues durante el efecto de las drogas, la temporización y memoria están entorpecidas aunque se tenga la sensación de ser capaz de un alto rendimiento y una buena percepción.

Consumir drogas durante el embarazo

Aunque pueda considerarse como algo ya de sobra conocido, no está de más recordar que cualquier droga que una mujer consuma durante el período de embarazo, está siendo simultáneamente consumida por el feto, con un impacto negativo sobre su maduración de consecuencias impredecibles, pero sin duda de alto riesgo para el feto. Los impactos en el feto de algunas de las drogas son ya conocidos: partos prematuros, bajo peso al nacer, retardo, malformaciones, síndrome de abstinencia al nacer, entre otros.

DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA SITUACIÓN DEL SUJETO


Consumir drogas en situaciones de enfermedad

Cuando el organismo de una persona se encuentra sometido a la debilidad ocasionada por una enfermedad, el impacto de las drogas puede verse incrementado. Un ejemplo sería el de  una persona que fuma 20 cigarrillos diarios mientras padece una bronquitis aguda. Apliquemos esta misma evidencia a cualquier otra droga.

 Consumir drogas en momentos de sufrimiento psíquico

También es sumamente peligroso consumir drogas cuando una persona se encuentra en un estado emocional alterado, experimentando ansiedad o formas más o menos intensas de tristeza. El riesgo de activar procesos de dependencia psicológica es, en estas situaciones, especialmente delicado.
CUANTO MÁS, PEOR. Ni qué decir de la combinación de estas situaciones pues se aumentan los riesgos hasta un punto imposible de calcular.
Supongamos el caso de una mujer que mezcla marihuana y alcohol, mientras consume fármacos, estando en su quinto mes de embarazo y se pone a conducir.



RESPUESTAS QUE EL MEDIO DA AL CONSUMO


Obviamente no es lo mismo consumir acompañado de alguien que no dudará en detenernos si nos ve consumiendo excesivamente, en peligro,o dispuestos a asumir conductas que ponen en peligro a terceros. Tampoco será igual si frente a un mal viaje, a una sobredosis o a un efecto no esperado, nuestro acompañante sabe o no sabe maniobras de reanimación no improvisadas o derivadas de la creencia popular, y si es capaz o no de asumir la responsabilidad de llevarnos a pedir ayuda a un centro asistencial.

Establecer relaciones no problemáticas con las drogas tiene mucho que ver con:


-aceptar que son sustancias que tienen sus riesgos
-aceptar que el control no siempre es fácil de sostener
-estar dispuesto a aceptar que un uso de una sustancia se está tornando problemático, sin por eso sentirse derrotado o avergonzado

-asumir lo más rápidamente posible cambios en las conductas y estilos de vida que impidan su intensificación
-estar dispuesto a consultar una opinión, a pedir y recibir información


Establecer relaciones con las drogas tiene mucho que ver con no adentrarse en consumos que pueden acabar resultando problemáticos.
Pero tiene también mucha relación con saber detectar a tiempo estos consumos e introducir cambios en el estilo de vida que impidan su
intensificación.