sábado, 10 de diciembre de 2011

OBESIDAD INFANTIL: CAUSAS Y PREVENCIÓN

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LOS NIÑOS Y EL PESO


Es difícil establecer una línea divisoria entre peso normal y anormal en la infancia, sobre todo, para aquellas familias que están más acostumbradas a asociar gordura con salud que con enfermedad.

Para poder determinar si un niño tiene o no sobrepeso, existen tablas que relacionan su edad, su sexo y su estatura con el peso teórico que este debería tener.

Un niño que crece normalmente debe duplicar su peso de nacimiento a los cinco meses de vida y triplicarlo al año, si es que nació con un peso normal (3 a 4 Kg)

Luego se va dando un incremento moderado del peso, hasta llegar a la adolescencia en que hay un aumento brusco de la velocidad de crecimiento.

Las chicas entre 11 y 14 años y los varones entre 12 y 16 años, aumentan rapidamente tanto en peso como en altura.


¿POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE TRATAR A UN CHICO OBESO?


Las células de grasa que tendrá una persona en su vida adulta se forman principalmente en la infancia, sobre todo, durante el segundo trimestre de vida.

Esto tiene gran importancia en el peso futuro: se calcula que de cada 4 niños obesos, solo uno llegará a ser un adulto de peso normal.

Las complicaciones físicas y emocionales de la obesidad infantil son lo suficientemente importantes como para iniciar un tratamiento precoz.

Otro elemento a tener en cuenta es que los hábitos alimentarios se van formando desde la infancia, determinados no solo por lo que el niño aprende de sus mayores, sino también por la cantidad de grasa que tiene en su cuerpo.

Un niño que crece obeso recibe estímulos que lo llevan a comer en forma inapropiada. Conforme pasan los años, cambiar estos hábitos se vuelve cada vez más difícil.

La discriminación de que es objeto el niño obeso por parte de sus compañeros también es dolorosa.

Usted puede beneficiar a su hijo, si se decide a tratarlo antes de que el sobrepeso comience a acarrearle problemas.


¿CUALES SON LAS CAUSAS CONOCIDAS DE LA OBESIDAD INFANTIL?


Si ambos padres son obesos, el 85% de sus hijos posiblemente serán obesos.

Si un solo progenitor es obeso, las posibilidades disminuyen al 50%, y a sólo 15% si ninguno de los padres tiene sobrepeso.

Aumento exagerado de peso de la madre durante el embarazo, sobre todo en el último trimestre. Este es un momento importante en la formación de  células de grasa del niño, y su excesiva producción puede crear predisposición a engordar luego.

Los trastornos glandulares o endócrinos no son generalmente causa de obesidad, pero se presentan en el 1 a 3% de todos los casos.

El peso de los padres y su actitud hacia la comida son muy importantes.
Si para castigar al niño se le quita el postre o para premiarlos se les cocina platos ricos, con muchas calorías, se le está dando a la comida un valor psicológico-social que en realidad no debe tener.

Otra causa de obesidad infantil es la falta de actividad física.
Cuando un niño está gordo tiene menos ganas de moverse y esto, al mismo tiempo, hace que gaste menos energías y que engorde más.


FACTORES QUE PUEDEN FAVORECER EL DESARROLLO DE OBESIDAD (EN NIÑOS PREDISPUESTOS)


1- Confundir cualquier llanto con hambre. El bebé puede llorar por hambre, pero también puede llorar porque tiene sed, dolor, está aburrido, porque está estudiando la reacción que produce su llanto en los mayores, o está aprendiendo a reconocer su voz...¡o porque tiene ganas!
Si cada vez que llora se le da comida, se le está enseñando a manejar con los alimentos situaciones que no tienen relación con el hambre.

2- El mal uso de la leche de vaca. Esta leche contiene más proteínas y sales que la leche materna, por eso es conveniente diluirla.
Si no se diluye la leche de vaca o si se le agrega azúcar o papillas, el niño tendrá sed poco después de comer y por eso llorará.
Siempre es conveniente que reciba leche materna en los primeros seis meses de vida.
Se ha comprobado que hay menos niños obesos entre los que han sido amamantados por su madre, que los que fueron alimentados con biberones.

3- Mal uso de la leche en polvo. Las mamás suelen pensar que si una medida de leche en polvo le hace bien al niño, una medida y media o dos le hará mejor.
Al incorporar más alimento del prescripto por el médico o el indicado en el envase, aumenta la concentración alimentaria del biberón, de modo que con el mismo volumen de leche el bebé come más de lo que necesita para su edad.

4- Agregar sistemáticamente azúcar al agua de los biberones o miel a las papillas. En primer lugar, con el azúcar de los alimentos es suficiente.
En segundo lugar, un excesos de hidratos de carbono actúa como estimulante  del apetito y favorece la formación de caries.

5- Introducción precoz de los alimentos sólidos. Durante los primeros seis meses de vida los bebés sólo necesitan leche.
La introducción de los alimentos sólidos debe ser indicada por el pediatra y no buscando, por ejemplo, que el niño duerma mejor de noche.
Si con los alimentos sólidos el niño aumenta mucho de peso, debe reducirse la cantidad de los mismos.

6- Mala elección de los primeros alimentos sólidos. Otro factor que favorece la obesidad infantil es el creer que todo puré debe ser de papas y todo puré de frutas debe ser de bananas, dado que ambos se encuentran entre los alimentos con más hidratos de carbono.
Reemplazar siempre que se pueda las papas con zapallito, calabaza, zanahoria, acelga, espinaca, remolacha, etc. Las bananas se reemplazan con pera o manzana.
Esta medida favorece una dieta variada y evita la sobrecarga de calorías.

7- Hacer comer al niño todo lo que hay en el plato. Si el niño no quiere comer más y se le fuerza, se le está enseñando a comer más de lo que necesita su cuerpo. Si está creciendo bien y su aspecto es saludable, no pasará nada si un día está inapetente y no come todo. Por otro lado, si la causa de la inapetencia es algún problema de salud, no se resolverá haciendole comer uno o dos bocados más que con paciencia se le pueda hacer comer.

8- Sobrealimentar al bebé entre 9 y 12 meses de vida. Los niños deben aumentar alrededor de 7 Kg. durante el primer año de vida, de 2,5 a 3 Kg. durante el segundo año y 2 Kg. durante el tercer año.
El apetito y las necesidades nutricionales disminuyen de forma normal hacia el final del primer año de vida y la alimentación debe, en consecuencia, también disminuir.
Es a esta edad que la madre que no sobrealimentó a su hijo con dulces o alimentos muy ricos en carbohidratos será recompensada con un niño que come porciones normales de una dieta balanceada.


7 REGLAS PARA PREVENIR LA OBESIDAD INFALNTIL


1- Controle el peso y el tipo de dieta durante el embarazo, especialmente durante el último trimestre, pues incide en el peso del bebé.

2- Registre periódicamente el peso y la estatura del niño. Si sobrepasa en un 15% su peso ideal, debe comenzar a cuidar sus comidas.

3- Preste especial atención a la dieta entre los 9 y 12 meses. Es fundamental evitar aumentos excesivos de peso en este período.

4- Consulte con su pediatra las reales necesidades nutricionales del niño. No se guíe por consejos caseros.

5- Desarrolle en forma temprana un programa de actividades físicas y comparta con sus hijos algún ejercicio.

6- Cuide su propio estilo de vida en lo que hace al cigarrillo, la bebida, la comida y la automedicación.

7- Aliente las preferencias de su hijo por aquéllas comidas nutritivas no engordantes. Déle a probar todo tipo de verduras y frutas.


¿CÓMO DEBE SER UNA DIETA PARA QUE SU HIJO PUEDA Y QUIERA HACERLA?


1- RESPETUOSA de los gustos del niño. Incluir preferentemente aquellas comidas que al chico le gustan más y que no engordan

2- FLEXIBLE. Más flexible aún que la de un adulto. Hay que saber detectar a tiempo el aburrimiento.
Permitir algunas "salidas" programadas puede ser un elemento del tratamiento.
Un postre, una porción de papas fritas y un chocolate pequeño por semana pueden ser un "antídoto" contra el aburrimiento y no interrumpen el adelgazamiento.

3- EQUILIBRADA Y COMPLETA. Es muy importante disminuir el consumo de azúcar, dulces, chocolates, caramelos, etc. que sólo aportan calorías y aumentar el consumo de hidratos de carbono complejos (cereales, legumbres, verduras) que además aportan vitaminas, minerales y fibras.

4- NO DEBE CREARLE PROBLEMAS. Sobre todo planear bien las comidas que debe llevar al colegio. Evitar las comidas que pueden ponerlo incómodo ante sus compañeros, porque es seguro que no las comerá. No le dé una zanahoria para comer a media mañana, cambiela por un yoghurt o una manzana.

5- NO UTILIZAR LA COMIDA COMO PREMIO O COMO CASTIGO. No son pocos los padres que que aún cuando el niño está haciendo una dieta, siguen premiándolo con comida. Esto genera en el niño una verdadera confusión: por un lado se le quita comida y se lo incita a adelgazar, por otro, se lo premia con golosinas cuando hace algo bien. Dé a su hijo un único mensaje.

6- No pretender que coma sólo carnes y verduras. Se pueden hacer variaciones muy amplias con un poco de imaginación o con un buen recetario de comidas dietéticas. Convierta sus habilidades culinarias en una herramienta más contra la obesidad de su hijo.

En una próxima entrada veremos algunos consejos a aplicar tanto en la familia como en el colegio, e incluiremos una guía de alimentación para niños con obesidad.