Los niños de padres divorciados tienen varias tareas específicas en las que trabajan simultáneamente y con diversos grados de éxito.
Cuando los padres cooperan y apoyan emocionalmente al niño, el dominio de estas "tareas" se ve facilitado enormemente y los efectos del divorcio, que pueden potencialmente ser devastadores para los pequeños, se ve en gran medida atenuado por esta cooperación.
Como se dijo en entradas anteriores, el divorcio parental no implica ni debe implicar el cese o la interrupción ni siquiera en forma temporal del rol como padres, y aunque son muchas las preocupaciones de los adultos que se divorcian, éstas no deberían interferir en la relación de padres e hijos.
Con relativa frecuencia, vemos cómo el hijo termina siendo depositario de asuntos emocionales no resueltos por la pareja. A veces se le coloca en una situación emocional no apropiada, cuando se le demanda una "opción" afectiva que el niño no debería tomar y que representa una forma de lograr una "ganancia" sobre el otro progenitor.
Estos comportamientos por parte de los padres no hacen otra cosa que dificultar la adaptación del niño a su nueva realidad, prolongando el conflicto existente y potenciando la aparición de efectos a corto y largo plazo.
ACEPTACIÓN DE LA PERMANENCIA DEL DIVORCIO
Esta tarea requiere que el niño acepte la realidad del divorcio a pesar de la tendencia a negar la disolución de la familia y el miedo al abndono.
Estas tendencias y miedos pueden persistir, conduciendo a repetidos esfuerzos del niño para persuadir a sus padres a que se reconcilien, incluso después que uno de ellos o ambos se hayan vuelto a casar.
RECUPERAR LA SENSACIÓN DE DIRECCIÓN
Inmediatamente después del divorcio, muchos niños tienen dificultades emocionales y del comportamiento, y muchos parecen perder interés por la escuela, los amigos y las actividades de ocio.
Por lo común se se necesita aproximadamente un año para que el niño vuelva a desarrollar en forma normal sus actividades más típicas.
Si esto se prolonga más tiempo, puede ser necesaria la ayuda psicológica del niño y/o de su familia.
Los niños que están mejor adaptados antes de la ruptura, los que se encuentran más protegidos de las batallas prolongadas entre los padres y los que reciben apoyo en sus esfuerzos para comprender lo que ocurre son más capaces de asumir esta tarea.
ENFRENTAMIENTO A LA PÉRDIDA Y SENTIMIENTO DE RECHAZO
La partida del hogar de uno de los padres a causa del divorcio es experimentada por los niños de todas las edades como una importante agresión a su autoestima y su sensación de seguridad. Los niños pueden creer que son culpables del divorcio, por lo tanto deben ser "malos", y en consecuencia creen que están en riesgo de sufrir más situaciones de abandono.
Los niños mayores, al darse cuenta que el progenitor que se va está ejerciendo su opción a hacerlo, suelen enojarse además de otros aspectos negativos del duelo.
Los estudios de seguimiento prolongado indican que, en un número significativo, las personas que de niños pasaron por el divorcio de sus padres, no completan nunca esta tarea emocional de enfrentar la pérdida y los sentimientos de rechazo que produce.
PERDONAR A LOS PADRES
Esta es, con frecuencia una tarea que el niño consigue en mayor o menor medida, con el paso del tiempo.
Requiere la habilidad de apreciar que las necesidades de los padres de divorciarse son más importantes que las razones para estar juntos, incluidos los deseos del niño.
El niño se debe sobreponer al duelo por la pérdida de la familia, además del enfado y el resentimiento generados por los cambios resultantes en su vida.
RESOLUCIÓN DE LOS ASUNTOS DE LA RELACIÓN
El divorcio a menudo deja a los niños temerosos e incapaces de alcanzar, mantener y apoyar la visión personal de que el amor, la comprensión mutua y la constancia son componentes que se pueden esperar en las relaciones humanas. Quizás la principal tarea de desarrollo que impone el divorcio sea ésta: lograr una expectativa realista de futuras relaciones y la esperanza que existirá una capacidad perdurable de amar y ser amado.
En un número significativo de adultos que de niños vivieron el divorcio de sus padres, no se logra la resolución de este conflicto.
NUEVAS NUPCIAS
Uno de los resultados más comunes del divorcio es contraer nuevas nupcias. En muchos casos esto restaura la sensación de seguridad, el ambiente con padre y madre,y puede proporcionar a los niños un modelo con una relación adulta sentimental y protectora.
Esto también tiene el potencial de de crear nuevas tensiones y provocar estrés.
Cuando un progenitor se vuelve a casar, el otro puede temer que los niños le abandonen por el nuevo padrastro o madrastra. Muchos niños tienen la sensación de estar traicionando a su padre o madre, si forman una relación estrecha con el nuevo esposo o esposa, y puede que sigan deseando la unión de sus padres a pesar de los nuevos matrimonios.
En la próxima entrada, que será la última sobre este tema, veremos finalmente cómo podemos apoyar a estos niños para atenuar este doloroso proceso.