La diabetes es una enfermedad crónica causada por la producción inadecuada de la insulina (que se produce en las células beta de los islotes de Langerhans del páncreas), o a una mala utilización de la hormona en los tejidos orgánicos, o ambas circunstancias, con lo que resulta un metabolismo inadecuado de los carbohidratos, las proteínas y las grasas. Su principal indicador es la hiperglucemia (elevación de los niveles de glucosa en sangre).
Es el más frecuente de los trastornos endócrino-metabólicos de la infancia y la adolescencia.
CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS
La diabetes insulino-dependiente aunque puede manifestarse en cualquier momento a lo largo de la infancia, se suele encontrar en dos picos de mayor incidencia. Uno ocurre entre los cinco y siete años, otro se observa entre los once y trece años.
Resulta evidente una predisposición familiar y personal para el padecimiento de la diabetes infantil.
Siendo fundamental la acción de la insulina en la utilización de la glucosa, puede comprenderse que su déficit produzca la elevación de la glucosa en sangre, hecho al que se deben algunos de los síntomas más típicos de la enfermedad.
Si el nivel de glucosa se eleva por encima del dintel renal, lo que ocurre con relativa frecuencia en estos pacientes, la capacidad de reabsorción de glucosa por parte del riñon se ve superada, con lo que aparecerá entonces glucosa en la orina.
La eliminación urinaria de glucosa arrastrará grandes cantidades de agua hacia la orina, esto producirá una poliuria (eliminación de grandes cantidades de orina)
Si esta poliuria es muy pronunciada, incluso puede producir en el niño enuresis nocturna y este hecho es bien significativo cuando este niño ya controlaba sus esfínteres y no presentaba este problema previamente.
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El niño, como mecanismo de compensación por la pérdida excesiva de agua, tendrá además una sed excesiva. Por lo regular, este síntoma es muy llamativo al iniciarse la diabetes.
Las grandes pérdidas de líquido promueven compensaciones a nivel intestinal, restringiéndose la eliminación de agua por esta vía.
Por esta razón, podemos observar que el niño padece además estreñimiento.
La deficiencia energética es otro de los problemas de estos pacientes. No pudiendo utilizar sus células el sustrato energético que suponen los hidratos de carbono, se produce una movilización de las proteínas y de las grasas.
La deficiencia de la insulina asociada al exceso de glucagón, serán la causa de una exagerada producción de cuerpos cetónicos, que se acumulan en sangre y se eliminan por la orina.
La acumulación en sangre de cuerpos cetónicos es la responsable de una halitosis cetónica que podemos percibir (el aliento tiene olor frutal, como a manzana)
La carencia energética nos haría pensar que por lo regular estos pacientes puedan tener un gran apetito. Sin embargo es relativamente frecuente que, en el caso de los niños, lo que observemos sea una anorexia (pérdida del apetito)
Junto a estas modificaciones del apetito, también llama la atención la pérdida de peso subsiguiente a la utilización energética de las proteínas y las grasas.
Los síntomas que se acaban de describir se complementan con ansiedad, irrritabilidad, menor rendimiento escolar, cefaleas, mareos, dolores abdominales. Entre las niñas, es frecuente el picor de la vulva.
Una vez instalada clínicamente, la diabetes continúa su curso en forma crónica.
En una próxima entrada veremos los aspectos más relevantes del tratamiento de la diabetes en los niños, y cuáles son las medidas que los padres pueden tomar y que ayudan mucho en la calidad de vida de los pequeños.