ETAPAS DEL DIVORCIO
El divorcio parental supone la ocurrencia de una serie de cambios a nivel de la estructura de la familia, así como de las condiciones económicas, modificándose el estilo de vida de ambos progenitores y sus hijos.
Estos cambios van acompañados de reacciones que ocurren a nivel emocional, y que de alguna manera van marcando un recorrido, a veces muy doloroso, donde muchos asuntos deben encontrar una respuesta.
Algunos autores dividen en etapas el divorcio como una forma de acercarnos a la comprensión de estos sucesos emocionales.
El período inmediatamente anterior y posterior a la separación se llama etapa aguda, se caracteriza por una alteración emocional máxima, y puede durar al menos 2 años.
La familia avanza entonces hacia una etapa denominada transicional, que está caracterizada por cambios pero algo más controlados que en la etapa aguda.
La etapa final se denomina post-divorcio, y es en esta etapa que termina la reestructuración de la mayoría de las familias.
ETAPA AGUDA
Durante la etapa aguda, todos los miembros de la familia se enfrentan a la interrupción de sus expectativas, relaciones y sistemas de apoyo.
Los padres pueden estar deprimidos, preocupados por sus propios intereses o mostrar una disminución de sus capacidades parentales.
Durante esta etapa parece que dos hechos son los que más afectan a los niños: enterarse del divorcio y la misma partida de un progenitor.
El primer año que sigue al divorcio es el de máxima negatividad en el comportamiento por parte de los niños, y el de peor calidad parental por parte de los padres. Sin embargo, la intensidad aparente en la reacción del niño frente a esta etapa, no predice su adaptación en el largo plazo.
Inicialmente, muchos padres exigen mucho menos de sus hijos, se comunican con menor eficiencia y tienen dificultades para aplicar disciplina a sus hijos.
En una minoría significativa de divorcios, la relación problemática entre los padres se continúa en forma indefinida. Estos son los casos donde los niños presentan más desajustes post-divorcio.
ETAPA TRANSICIONAL
Está marcada por nuevos ajustes en el hogar encabezado por un solo progenitor, y mayor estabilidad que en la etapa aguda.
Los niños se tienen que acomodar a la nueva relación que sus padres mantienen entre sí, con sus nuevos amigos, y a menudo con las nuevas parejas sentimentales de uno o ambos progenitores.
Durante esta etapa los niños suelen preocuparse por el bienestar del progenitor que no vive con ellos y por sus relaciones con el mismo.
Los patrones de visita se vuelven más estables, sean aceptadas o no por ambas partes.
La principal excepción a este patrón de incremento de la estabilidad, se da en familias que aún sostienen un conflicto activo, sea informalmente entre ellos o a través del sistema legal.
ETAPA POST-DIVORCIO
En esta etapa se logra una relativa estabilidad. La familia puede continuar encabezada por un solo progenitor, o puede que entonces haya también un padrastro o una madrastra.
El nuevo matrimonio no confiere estabilidad en forma automática, sino que requiere ajustes a causa que ciertos asuntos se "reavivan", manifestándose conflictos emocionales no resueltos. Este nuevo período de ajustes surge también de la necesidad de establecer nuevos roles en la familia.
En el próximo post veremos cuáles son los efectos del divorcio en los niños, y analizaremos algunas estrategias útiles para favorecer la adaptación de los más pequeños en este contexto.