Cada año, aproximadamente 1 millón de niños pasan por la situación del divorcio de sus padres en EEUU.
En la lista de factores de estrés y en cuanto al tiempo de adaptación necesario, el divorcio para los adultos ocupa el segundo lugar, sólo superado por la muerte del cónyuge.
Suele causar iras y sensación de fracaso en los padres; conflicto de lealtades, culpabilidad, duelo y ansiedad en los niños. Preocupación en todos por si los niños sufrirán efectos dañinos en el largo plazo.
Muchos niños logran una adaptación satisfactoria a sus nuevas circunstancias, pero un porcentaje sustancial padece efectos a largo plazo.
Lo más importante es que muchos de estos problemas en los niños y sus familias pueden preveerse, prevenirse o aliviarse, con ayuda oportuna.
CAMBIOS FAMILIARES QUE PROVOCA EL DIVORCIO
En la mayoría de los casos la custodia legal de los niños queda a cargo de ambos padres en forma compartida, pero en el 80% de los casos la residencia se fija en forma primaria con la madre.
Para estos niños y sus madres, el divorcio suele tener consecuencias económicas devastadoras.
Los menores que viven en familias que han pasdo por un divorcio, tienen 4 veces más posibilidades de vivir en la pobreza que el resto de los niños.
Un número significativo de madres divorciadas posee menos recursos económicos y personales que dedicar a sus hijos, y muchas deben buscar nuevos empleos. Esto puede dar origen a nuevos arreglos para el cuidado de los niños más pequeños, y entonces los niños mayorcitos terminan asumiendo la responsabilidad del cuidado de sus hermanos, y deben reducir así algunas actividades a causa del costo y de las limitaciones del tiempo parental.
Para los progenitores que no conviven con sus hijos (los padres en su gran mayoría) los problemas van desde qué hacer con ellos los días de visita hasta la profunda preocupación por las consecuencias emocionales que todo ello les comporta.
Algunos temen que sus hijos los abandonen, algunos tienen expectativas poco realistas sobre la clase de relación que podrán mantener con ellos, y otros creen que el divorcio les priva de su deerecho a ejercer autoridad y aplicar disciplina a los niños.
Muchas veces la atención pública se ha centrado en el tema del impago de la manutención, en padres que no visitan a sus hijos y en la carga económica que deben soportar los hogares que sólo cuentan con un progenitor a la cabeza.
Sin duda, una situación de múltiples aristas donde hay muchos aspectos para trabajar como familia, porque el rol de los padres no se divorcia, el divorcio sólo es un acuerdo entre adultos, o debería tomarse así en pro del bienestar de los niños.
Este tema continuará desarrollándose en sucesivos post, en virtud de su extensión. Es mi deseo además poder incluir tanta información como me sea posible. Espero poder contribuir no sólo con los padres en esta situación, sino también con los docentes y personal de salud que somos los que muchas veces detectamos estos cambios de comportamiento en los niños y necesitamos abordarlos. Un saludo a mis lectores. Marianella
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